No Se Inquieten Por Nada
Filipenses 4:6
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Vivimos en un mundo completamente saturado de estrés. Nuestra cultura nos exige ser eficientes, hábiles y rápidos. Nuestras propias expectativas nos vuelven perfeccionistas y orientados hacia el control. Incluso nuestra propia familia y amigos nos exigen que tengamos que estar en el perfecto balance de leal pero no empalagoso. Queremos ser el todo para todos, todo el tiempo. ¿Y sabe qué? Está bien eso. Está bien querer ser grande, exitoso y querido. Lo que no está bien es pensar que nosotros podemos hacer todo eso solos. Dios nunca quiso que usted alcanzara la perfección por su propia fuerza. El supo que no tendría tiempo para todo, que tendría algún resbalón y necesitaría ayuda en el camino. Y si realmente pensamos sobre ello, el estrés no viene del fracaso o incluso el miedo al fracaso, tanto como viene de la ansiedad de enfrentarse con dificultades completamente solo. El pensamiento de que algo que no podemos controlar, que podría volverse en nuestra contra y que posiblemente podría destruirnos es lo que termina actualmente destruyéndonos. A este temor de la incertidumbre incluso los más fuertes caen en el ciclo sin fin del estrés y la ansiedad, en lo que el estrés causa problemas de salud, infelicidad y temor solamente para causar más y más estrés y ansiedad.
Me encanta Filipenses 4:6 porque para mí, simplifica el estrés. Dice, oigan todos, necesitamos a Dios. Necesitamos su ayuda, su protección y su guía, y en el camino si las cosas se vuelven de manera que nos pongan ansiosos, dudosos o inseguros, confiémosle eso a Él y dejemos que El lo resuelva. Considero esto una situación gana-gana. Después de todo, si no puedo con lo desconocido y en todo caso no sé qué es lo mejor para mi vida, ¿porque no se lo dejo a la persona que si sabe, Dios? Este versículo nos dice que no tenemos que encontrar un sentido del desastre que podamos encontrar en nosotros, no tenemos que ser perfectos, o encontrar una manera de asegurarse que todo saldrá bien- ese es trabajo de Dios. Todo lo que tenemos que hacer es hacerle saber lo que estamos pasando, y estar agradecidos de antemano de que El nos oiga, y nos provea de lo que necesitamos. En la manera que lo veo, este versículo nos dice, cambien su punto de vista: dejen de ver las cosas que pasan en su vida como obstáculos que les causan temor y ansiedad, y comiencen a verlos como peticiones que pueden darle a Dios, mientras le piden a El volverse en una parte de tu vida. Y porque todo lo que la biblia dice de Dios apunta al hecho de que El quiere ser una parte de tu vida, puedes confiar que el cumplirá con su parte del trato.
Tienes la elección de si estarás o no ansioso. Si no lo tuvieras, la palabra de Dios simplemente no te lo ordenaría “no estés ansioso sobre nada”. Honestamente, soy tan culpable como cualquiera de pensar “¿que estas tratando de decir? ¡No puedo evitar preocuparme!” pero esa clase de pensamiento nunca te dejara liberarte del estrés. El estrés es más que una condición física o un mecanismo de respuesta. El estrés es el resultado de docenas de pensamientos ansiosos sobre cosas que no puedes controlar, pero que no dejas que Dios lo haga. Es lo opuesto de la fe, en que inconscientemente asumimos que Dios nos fallara o no estará con nosotros. Cuando por primera vez empecé a estudiar este versículo, lo memorice, y si algún momento recibía malas noticias, o experimentaba un contratiempo en el trabajo, me repetiría a mí mismo “¡¡¡no estés ansioso por NADA!!! (Si, mentalmente agregaba esos signos de exclamación y todo el drama de esas letras mayúsculas) e instantemente diría un rezo en silencio sobre cualquier cosa que me este molestando: “en cualquier situación, por rezo y petición…” Este se volvió un hábito que hasta el día de hoy continua. Yo solía absorber tensión y permanecer tan tenso en el transcurso del día que me daban dolores de cabeza y en uno de los puntos más estresantes de mi vida, dolores de pecho. Pero un cambio de percepción me enseño a rezar en vez de preocuparme.
Ahora, esto no significa que nunca me da estrés, ansiedad o temor, sino que he elegido no vivir una vida de estrés, ansiedad o temor. Es una elección. He decidido que no hay nada en el mundo que deba darle tanto poder sobre mí que me haga ansioso. No tiene sentido, si ya se lo he expuesto a Dios y pedido de que El sea el que se encargue de ello. Si alguna cosa mala va a pasar, confió que al final, todo ocurrirá para mi bien (véase Romanos 8:28) y es porque tengo esa confianza, que le puedo exponer mis peticiones a Dios con un corazón agradecido: “dando gracias”. Hay tanta paz en el saber de que no tengo que estar seguro de que todo está saliendo según lo planeado, ¡solo tengo que hacer lo mejor que pueda de mi parte y confiar que las cosas siempre ocurren según el plan de Dios!
Si lucha con el estrés o la ansiedad, le animo a memorizar este verso como yo lo hice. Lo escribí en un post-it (usualmente hago esto cuando un versículo no se me queda) y lo llevaba a todos lados que fuera, intentando cambiar el habito de la preocupación a un habito de oración. En tan solo una semana me sentí mas en paz, menos estresado y sensible. ¡Si tan solo nuestra cultura supiera que hay un Dios que nos ama, que no quiere que seamos destruidos y torturados por el estrés, pero que esta gustoso de ayudarnos en cualquier necesidad!