I grew up in the 1990s, the oldest of four Gracia Kids, who were born to a young pair of Pastors of a growing church in Miramar florida. To be fair, that church eventually came to be one of the largest and fastest growing churches in the US, but that’s not what it was like when I was growing up. Seen through the giant, too-big-for-her-face eyes of a little girl, church was a small, sometimes empty place where my parents gave me my first lessons in leadership. Lesson number one: start. So I did. Before I was even a teenager I had  put my type-A, bossy self to somewhat good use leading people. By fifteen, I had become the main worship leader of our church, by nineteen, I had a network of fifty people under my regime and on my resume. I do, however, want to be clear that at the time, I had no idea how to deal with people without driving them crazy, making them hate me, or running from the room screaming in panic and frustration. But that’s the thing about leadership: you learn. You can learn how to influence people, make a positive impact, and change the world around you. You don’t have to be perfect, you just have to start.

       I studied Communications and got a Masters’ Degree in Management, but my biggest lesson in leadership came in 2013, when I lost my mom. At 23, I not only lost my greatest teacher, but found myself standing at the dead center of the scariest place in the world: her shadow. I chose to continue my mother’s ministry, even though it meant stepping into a place of leadership she spent twenty years earning, with no credentials. I was terrified. But I learned. Today I am the executive pastor of outreach and leadership development at the church my parents founded. I am twenty five years old and the chief of staff and head of women’s ministry.  I am also the organizer of  Redoma, a women’s conference held each year in Hollywood, Fl.

       This site is an ode to my years in front of the crowd, the times I ran to that place, and the  times I was pushed against there against my will. It’s a hand on the shoulder  of my fellow twenty-somethings leading people twice their age, while still trying to figure out how to lead themselves. I by no-means have it all figured out, but honestly and sincerely hope you can learn from some of the things I’ve discovered along the way. Here’s to learning to lead.

Crecí en los aňos 90, la mayor de los cuatro niños Gracia, que nacieron de una joven pareja de pastores de una iglesia creciente en Miramar Florida. Eventualmente, esa iglesia finalmente se convertirá en una de las iglesias más grandes y de más rápido crecimiento en los EEUU, pero eso no era lo que parecía cuando yo estaba creciendo. Visto a través de los gigantes ojos de una niña (demasiado grandes para su cara), la iglesia era pequeña, a veces un lugar vacío donde mis padres me daban mis primeras lecciones en liderazgo. Lección número uno: empezar. Así que lo hice. Antes incluso de ser una adolescente había puesto mi carácter mandona a un buen uso, liderando a la gente. A los quince años, me había convertido en la líder principal de adoración de mi iglesia, y a los diecinueve, tenía una red de cincuenta personas bajo mi régimen. Sin embargo, quiero ser clara que en ese momento, no tenía idea de cómo tratar con la gente sin volverles locos, haciéndoles odiarme, o salir de la habitación corriendo gritando de pánico y frustración. Pero eso es lo que pasa con el liderazgo: se aprende. Puedes aprender cómo influenciar a las personas, hacer un impacto positivo, y cambiar el mundo a tu alrededor. No tienes que ser perfecto, solamente tienes que empezar.

       Estudié comunicaciones y conseguí una maestría en Administración, pero mi mayor lección en liderazgo llegó en 2013, cuando perdí a mi madre. A los 23, no solamente perdí a mi mejor profesora, sino me que encontré en un lugar bastante retante: su sombra. Escogí continuar el ministerio de mi madre,  aunque significaba entrar en un lugar de liderazgo que ella se pasó veinte años ganándose, sin yo tener las mismas credenciales. Estaba aterrorizada. Pero aprendí. Hoy soy la pastora ejecutiva de alcance y desarrollo de liderazgo en la iglesia que mis padres fundaron. Tengo veinticinco años y soy la jefa de personal y líder del ministerio de mujeres.. También soy la organizadora de la Redoma, una conferencia llevada a cabo para mujeres cada año en Hollywood, FL.

       Este sitio es una oda a mis años al frente de la multitud, los tiempos que me encontré en ese lugar, y las veces que fui empujada hacia allí en contra de mi voluntad. Es una mano en el hombro de mis compañeros veinteañeros que lideran a personas del doble de su edad, mientras que todavía intentan descubrir cómo liderarse a sí mismo. Como dijo Pablo, “yo mism(a) no pretendo haberlo alcanzado”, pero honesta y sinceramente espero que tú puedas aprender algunas de las cosas que he descubierto a lo largo del camino. he aquí el aprender a liderar.